Insurrección

A mediados de los ochenta, «El Último de la Fila” interpretaba este tema, “Insurrección” escrito por el inigualable Manolo García icono del pop-rock español de los 80 y 90´s.

Donde estabas entonces cuando tanto te necesité”. Así empieza esta inmensa canción, que se convirtió en mítica para los que vivimos de cerca la movida.

El tema fue clasificado por la revista Rolling Stone en el número 12 de las 200 mejores canciones del pop-rock español, según el ranking publicado en 2010 (Wikipedia).

 

Relatos de tres líneas – 3

TRASPLANTE
Me rompiste el corazón
y tras años de sufrimiento,
al fin estoy preparado para el trasplante.


RESULTADOS
La autopsia reveló que el fallecido
no había sido sincero.
Mejor ocultárselo a la familia.


GUSTO
No me gusta nada mi vecino
no es que sea raro o antipático,
es que se parece mucho a mí.


TRAGÓN
La página web me pidió autorización
para aceptar las cookies,
pero yo me las comí.


PÁGINAS
Si el problema no se resuelve pasando página,
habrá que pensar seriamente
en cambiar de libro.


Más relatos de tres líneas en:

https://tieneshora.wordpress.com/2017/03/04/relatos-de-tres-lineas-i/

https://tieneshora.wordpress.com/2017/04/04/relatos-de-tres-lineas-2/

 

Decisiones

Abrió los ojos en medio de un fuerte dolor de cabeza. El despertador marcaba las once de la mañana. ¿Cómo era posible que hubiera dormido solo cuatro horas? La reunión de amigos del viernes terminó cerca de las siete de la mañana y Pablo cayó rendido en la cama. El dolor de cabeza era en realidad una profunda resaca.

Penosamente Pablo se levantó de la cama. El salón apestaba a tabaco y a otros olores indeterminados. Estaba lamentable, vasos, botellas, ceniceros, sillas volcadas, platos con restos de comida, manchas sobre la alfombra…

La cocina no presentaba mejor aspecto y todo eso habría que limpiarlo hoy… que espantosa pereza. Entonces se fijó en el reloj de la cocina que también era calendario.

No. No había dormido cuatro horas sino veintiocho horas seguidas. Eran las once de la mañana del domingo. Eso pareció tranquilizarle. 

Desde que Laura se marchó de casa, su vida había dado un giro peligroso hacia la permanente dejadez en todos los ámbitos. Aún recordaba la última vez que se vieron hacía apenas un mes, en la cafetería de la esquina:

– Tienes que decidir que va a ser de tu vida Pablo, yo estoy dispuesta a ayudarte, pero la decisión es tuya.
– No quiero decidir nada, no quiero cambiar nada, estoy bien así.
– Bien Pablo, veo que ya has decidido, porque no decidir es en si misma la peor de las decisiones que podías tomar, allá tú.

Maldita idiota pensó Pablo, mientras el corazón latía intensamente en sus sienes, siempre estaba dándole instrucciones.

Y acto seguido, comenzó a buscar la cafetera escondida tras una maraña de botellas, platos y desperdicios.


Imagen: https://pixabay.com/es/

Profundo

 

Desde el barco, el mar presenta un precioso color azulado. Poco a poco avanzamos frente al suave bamboleo de las olas en este cálido verano.

Apenas hablamos aunque una botella de champan está bien fría esperando a ser descorchada siguiendo las instrucciones precisas. La costa se divisa a lo lejos, empequeñecida ante la majestuosidad del Mediterráneo.

Nos acercamos al punto elegido y nos detenemos, el barco se desliza en silencio, solo roto por alguna gaviota parlanchina. Somos seis personas. Nos damos la mano unos a otros formando un círculo. Durante unos minutos, el silencio nos invade. Unos recuerdan, otros rezan, alguna lágrima intenta invitarse a la ceremonia.

Después, procedemos a verter las cenizas sobre el mar. Parece increíble que todo se resuma así.

Pero no hemos terminado aún. Se descorcha el champán entre vítores al difunto. Suena su música favorita y decidimos bañarnos para compartir el último momento a su lado.

Sumergido en la oscuridad del mar, contengo la respiración todo lo que puedo. Necesito sentirme solo y pequeño ante esta inmensidad.

Y me doy cuenta de una cosa: bajo el mar no se puede llorar.

La (última) Cena

Como en todas las cenas de grupo anteriores, esperábamos que ésta transcurriera sin mayor novedad, que fuera entretenida y agradable. Ya se sabe, hablando de generalidades, como los hijos, el trabajo, algún viaje, cuestiones puntuales, como una película o una obra de teatro, o haciendo alusión a las nevadas de estos días y por supuesto, obviando cuestiones políticas como lo venimos haciendo desde hace años.

Pero el destino de esta cena era diferente. De las cinco parejas habituales acudimos cuatro parejas y media, Marisa-Jorge, Elena-Arturo, Inés-Raúl, Ana-Oscar y Laura que venía sola, ya que se había divorciado de Miguel. Fue precisamente Laura la que inició un ataque a Miguel el ausente, poniéndolo literalmente a caldo. El tal Miguel, médico de profesión, se había liado con una colega, por supuesto más joven que Laura.

La parte femenina de la mesa encabezada por Inés se solidarizó plenamente con ella. La parte masculina estaba dividida, entre los dos que preferían no opinar que eran Arturo y Oscar, no fuera que tuvieran “efectos colaterales” al llegar a sus respectivas casas y los otros dos Raúl y Jorge que cuestionaban a Laura opinando que era necesario conocer también la versión de Miguel, para contrastar.

Esto enfureció a las mujeres, especialmente a Marisa y Ana, que les acusaron de una extraña solidaridad machista con Miguel. Y ese fue el detonante. El uso de la palabra machista. Raúl, radical de izquierdas saltó como un resorte diciendo que a él no le podían llamar machista y dio sus argumentos.

Tuvo su réplica en el otro lado, a través de Ana que aún reconociendo que Raúl no era de lo peor, remarcó que en todo hombre subyace un ámbito machista intrínseco a tener testículos (literal). Lo que molestó a la bancada masculina.

La tensión estaba creada entre ambos grupos e incluso entre los integrantes de las parejas. Pero esto no había hecho más que empezar.

Lamentablemente en la réplica de Raúl se deslizó un comentario que molestó a Jorge y Elena, ambos de ideas conservadoras y por supuesto, también replicaron y a partir de ahí se inició la debacle que habíamos evitado desde hacía años, usándose en algunos casos, palabras un tanto gruesas en la que intervinieron todos los comensales.

¿Todos?

Bueno, todos no.

Porque mientras tanto, Marisa chateaba muy discretamente por whatsapp con su amante, que estaba sentado en un extremo de la misma mesa: Arturo.


Imagen: https://pixabay.com/

Señales

 

Circulando por Almeria me encuentro estas señales que muestran una cierta desconfianza hacia el conductor.

Poner seis señales de velocidad limitada en tan pocos metros, es como preguntarnos si ha quedado bien claro que hay que ir más despacio.

También hay personas que nos lanzan mensajes contundentes, aunque no siempre los entendemos.

A menudo es por simple despiste, tal vez por dejadez, incluso por comodidad.

Otras veces sin embargo, es por falta de compromiso y en el peor de los casos por maldad.

Al igual que sucede en esta carretera almeriense, hay mensajes en la vida, que son más que evidentes.

Solo necesitamos querer entenderlos.


imagen: Montalleri

Rincones

Los rincones vacíos de la casa ya desmantelada, dejaban una sensación de soledad. Espacios geométricos remarcados por el polvo, con la marca evidente de otros tiempos mejores.

Me fijé en el suelo de mi cuarto. Me puse exactamente donde me habías indicado. Medí con exactitud los centímetros hacía el norte y luego hacía el oeste. Toqué las tablas de madera, pero no parecían moverse.

Insistí con fuerza y entonces una de las tablas cedió dejando ver un mínimo hueco donde debía estar la llave que buscaba.

Pero no había nada. Entonces lo entendí todo.

No hay ninguna llave secreta para abrir el corazón.