Como en todas las cenas de grupo anteriores, esperábamos que ésta transcurriera sin mayor novedad, que fuera entretenida y agradable. Ya se sabe, hablando de generalidades, como los hijos, el trabajo, algún viaje, cuestiones puntuales, como una película o una obra de teatro, o haciendo alusión a las nevadas de estos días y por supuesto, obviando cuestiones políticas como lo venimos haciendo desde hace años.
Pero el destino de esta cena era diferente. De las cinco parejas habituales acudimos cuatro parejas y media, Marisa-Jorge, Elena-Arturo, Inés-Raúl, Ana-Oscar y Laura que venía sola, ya que se había divorciado de Miguel. Fue precisamente Laura la que inició un ataque a Miguel el ausente, poniéndolo literalmente a caldo. El tal Miguel, médico de profesión, se había liado con una colega, por supuesto más joven que Laura.
La parte femenina de la mesa encabezada por Inés se solidarizó plenamente con ella. La parte masculina estaba dividida, entre los dos que preferían no opinar que eran Arturo y Oscar, no fuera que tuvieran “efectos colaterales” al llegar a sus respectivas casas y los otros dos Raúl y Jorge que cuestionaban a Laura opinando que era necesario conocer también la versión de Miguel, para contrastar.
Esto enfureció a las mujeres, especialmente a Marisa y Ana, que les acusaron de una extraña solidaridad machista con Miguel. Y ese fue el detonante. El uso de la palabra machista. Raúl, radical de izquierdas saltó como un resorte diciendo que a él no le podían llamar machista y dio sus argumentos.
Tuvo su réplica en el otro lado, a través de Ana que aún reconociendo que Raúl no era de lo peor, remarcó que en todo hombre subyace un ámbito machista intrínseco a tener testículos (literal). Lo que molestó a la bancada masculina.
La tensión estaba creada entre ambos grupos e incluso entre los integrantes de las parejas. Pero esto no había hecho más que empezar.
Lamentablemente en la réplica de Raúl se deslizó un comentario que molestó a Jorge y Elena, ambos de ideas conservadoras y por supuesto, también replicaron y a partir de ahí se inició la debacle que habíamos evitado desde hacía años, usándose en algunos casos, palabras un tanto gruesas en la que intervinieron todos los comensales.
¿Todos?
Bueno, todos no.
Porque mientras tanto, Marisa chateaba muy discretamente por whatsapp con su amante, que estaba sentado en un extremo de la misma mesa: Arturo.
Imagen: https://pixabay.com/