Smith y Flanagan patrullaban por el centro de la ciudad, cuando de repente vieron a un tipo vestido de Papá Noel que caminaba con una enorme bolsa. Smith que era el veterano sargento, le dio el alto.
– Eh tú ¿dónde vas así vestido? ¿No creerás que eres Papá Noel? Jajaja
– Buenas noches sargento Smith, pues sí, realmente soy Papá Noel.
– Me parece que me estás tomando el pelo y eso no me gusta, ¿desde cuando se ha visto a un Papá Noel, negro y con rastas? Léete el cuento, te vendrá bien jajaja los Papá Noel son blancos y gordos…
– No es un cuento Smith es la verdad y yo soy Papá Noel, aunque mi nombre sea Amin.
– ¿Un Papá Noel negro? Venga no me jodas. ¿Qué llevas en esa bolsa? ¿regalitos? Dijo con sorna.
– Así es, regalos para todos incluido usted sargento Smith.
– Ya… estás en los huesos pero traes regalos ¿tu crees que me chupo el dedo? Abre la bolsa ahora mismo o te emplumo y enséñame la documentación.
Amin abrió la bolsa en cuyo interior, había decenas de regalos envueltos en papel rojo con cintas doradas. Cada paquete tenía un nombre asociado…
Smith comprobó la documentación y soltó una risotada…
– Vaya, vaya, vaya…así que documentación falsa expedida en Rovaniemi, Laponia a nombre de un tal Amin Claus, y portando regalitos y yo voy y me lo creo. Eres hábil Amin pero vas a terminar esta noche en chirona.
– Amin sonrió y con calma le replicó.
– Nada puede detenerme sargento Smith, ni siquiera su porra, mi mundo es el de la ilusión, el de la bondad, el de la magia. Me gusta la gente que espera estos días con ilusión, como es el caso de Lucy y Johnny….
– ¿Cómo cojones sabes el nombre de mis hijos? ¿Quién coño eres? Preguntó malhumorado Smith
– Ya se lo he dicho sargento, sencillamente Papá Noel.
Flanagan que había estado en silencio y asombrado con Amin abrió la boca para dar un argumento sensato.
– Mi sargento, disculpe, pero ¿Dónde dice que Papá Noel ha de ser blanco, gordo, de cara rosada, pelos ensortijados en melena y enorme barba blanca? Yo sí me creo lo que cuenta este hombre. Tal vez haya muchos Papás Noeles y no todos han de ser iguales, además tienen mucho trabajo a lo largo y ancho del mundo…
– Cierra el pico Flanagan y deja de decir sandeces novato. Y tu escucha negro, vamos a ir a la comisaria por mis cojones, venga sube al coche…
Flanagan intervino de nuevo:
– Sargento, estamos en Navidad, démosle una oportunidad a Amin, tengo la corazonada de que dice la verdad.
Amin le miró con cara dulce y le dijo,
– Eres buena persona y serás un buen padre Flanagan y muy pronto verdad? Para finales de verano, que ilusión…
Flanagan abrió los ojos como platos y balbuceó,
– Pero, si nadie lo sabe aún, era la sorpresa para la familia decirles en la comida de Navidad que Helen mi pareja está embarazada…
Smith indeciso ante el argumento de Flanagan y ante las palabras de Amin, le dijo severamente.
– Vale negro, vete de aquí, me pillas de buenas porque es Navidad sino te metería la porra por donde tú sabes y ahora márchate, pero como la líes esta noche te vas a enterar, voy a vigilar el barrio, así que cuídate mucho de molestar a los vecinos.
– Gracias sargento Smith, sé que usted es un buen hombre, un tanto chapado a la antigua, pero tiene un buen corazón. No se preocupe, trabajaremos en silencio, como hacemos siempre porque la ilusión de todos es nuestro mejor argumento.
– ¿Qué es eso de que trabajaremos en plural? ¿Pero no vienes solo? Preguntó Smith
Y entonces a un chasquido de los dedos de Amin, se iluminó el parque donde estaban elfos, hobbits, renos y magos de amplias barbas y un ejército de niñas y niños de todas las razas, vestidos de paje que saludaron al unísono.
Perplejos, Smith y Flanagan se quedaron inmóviles sin poder articular una palabra. Apenas en unos segundos, todos desaparecieron y el parque recuperó su oscuridad. Amín tampoco estaba…
– ¿No es maravilloso? exclamó Flanagan
– Esto no puede estar pasando. Recuérdame que no volvamos al bar de Charlie, no sé qué coño le ha echado a las albóndigas que estamos alucinando… contestó Smith
Al regresar al coche patrulla encontraron en sus asientos sendos regalos envueltos con el nombre de cada uno de ellos.
Flanagan emocionado dijo,
– Cuando lo cuente en comisaría van a flipar !!
Smith cogió el suyo entre sus manos y respondió,
– Por favor Flanagan, ni una palabra de esto, a nadie. Has entendido, a nadie. No nos creerían…
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