El enigmático caballero Galés, capítulo 3 y último

Siguiendo las instrucciones de Eleanor, los galeses ofrecieron información parcial al escocés infiltrado, en temas que, sin ser cruciales, demostrarían la bondad de sus informaciones. Como quiera que Glenn podía salir y entrar de la villa libremente, Eleanor y sus hombres estaban convencidos que en el cercano bosque traspasaría su información a esbirros del Conde de Cheddelton. Por desgracia la situación costó algunas vidas galesas en las escaramuzas que vinieron a continuación, pero era vital que el enemigo cogiera confianza con las informaciones que recibía del espía. Cada vez más interesantes, cada vez más arriesgadas.
Los galeses deseaban entrar en batalla cuanto antes y tomar posiciones inglesas, pero Eleanor que no era anexionista sino defensora de su territorio, les convenció de la ventaja de ser pacientes.
-Caballeros, nuestro objetivo es defender nuestro territorio dando un escarmiento al enemigo. Por tanto, no queremos anexionar tierras inglesas lo que solo provocaría la solidaridad de otros condados con Cheddelton y nuevos ataques en cuanto se reagruparan las fuerzas. Eso no quita para que les provoquemos según nuestros planes.
Y Eleanor mostró su sonrisa…
Con la llegada de la primavera, se planeó con detalle una incursión en tierras inglesas para tomar varias aldeas fronterizas de importancia estratégica que además eran ricas en ganado. Glenn asistía a casi todas las reuniones sobre el futuro ataque y en muestra de agradecimiento se le dotó de una unidad de caballería. Su compañero de batalla era el francés Guilles de Gouzon, por lo que su suerte está prácticamente decidida en cuanto se iniciara la lucha.
Siempre vigilado, Glenn iba traspasando su información a los esbirros del Conde que se mostraba cada vez más emocionado con la idea de dar un escarmiento a los galeses y tomar prisionera a esa mujer que les guiaba a la que sometería a escarnios inimaginables.
Mientras tanto, Eleanor y sus hombres de máxima confianza analizaban los posibles movimientos de los ingleses basándose en la lógica guerrera, intuyendo el lugar en el que probablemente serían atacados a partir de la información segmentada que el escocés les enviaba.
– Caballeros, necesito lo mejor de todos vosotros. Será duro y tendremos bajas, pero hemos de enseñar el colmillo a nuestro enemigo para salvaguardar nuestro territorio.
Un grito de todos los guerreros fue la respuesta unánime, mientras aporreaban con fuerza la mesa alrededor de la cual estaban sentados.
La trampa estaba a punto de ser realidad y el cazador sería cazado. La orografía de la zona ayudaría a que la sorpresa fuese aún mayor para los ingleses.
Y llegó el día del ataque…
De Wrexham, Inglaterra, salieron dos millares de soldados encabezados por sus Señores, ataviados con las ropas y pinturas de guerra y que se repartieron en dos grupos de mil soldados que bordearían las aldeas que iban a ser objeto de ataque. Los galeses serían pillados in fraganti y masacrados pues Glenn les había dicho que no serían más de quinientos hombres, ya que cerca de mil más quedarían en Conwy y villas cercanas. Con esa victoria diezmarían el ejército galés y a paso firme abordarían el Castillo de Conwy en clara mayoría.
De Conwy, Gales, salieron un grupo de quinientos soldados hacia las aldeas fronterizas. Eran los guerreros más fuertes y despiadados pues su misión era resistir todo lo que pudieran, estaban dirigidos por el inmisericorde Deyan Boncath, mientras más de mil hombres, encabezados por la propia Eleanor, bordeaban el territorio para atacar a los ingleses por la retaguardia. El resto de tropas más los mercenarios encabezados por Diego de Ampudia, sumaban otros trescientos efectivos y cubrían la ruta de huída natural de los ingleses, sin escapatoria por la proximidad del mar.
Lo que los ingleses no sospechaban era el golpe de efecto de la llegada a la zona de otros mil guerreros galeses venidos del sur bajo el mando de Arwel Bleddyn y de Ifan Glyndwr que era su líder.
Los galeses del norte habían contactado y solicitado su apoyo. Las tribus del sur, eran algo recelosas de Eleanor por el hecho de ser mujer, pero su convicción y arrojo durante las negociaciones terminaron por convencerlos. Además aún recelaban más del enemigo inglés, por lo que se unieron a la causa. Y lo más importante era unos excelentes arqueros.
En algún momento de la batalla Cheddelton se daría cuenta de la jugada y ordenaría retirada a Wrexham para resguardarse de la emboscada, donde solo les esperaba la muerte. Deberían atravesar las líneas galesas y los que lo lograran se encontrarían con el furibundo ataque de los galeses venidos del sur. Así sucedió con muchos de los mandos ingleses. Glenn el traidor, fue ajusticiado de inmedato por Guilles.
La derrota inglesa fue severa y por unas semanas Wrexham pasó a manos galesas, hasta que Eleanor dio la orden de regresar a Gales, liberando la ciudad inglesa y evitando como ella misma había previsto, posibles ataques de rescate.
Ya era por todos sabido, que las tropas galesas eran dirigidas por una enigmática dama que vestida de hombre mostraba una fortaleza y coraje que unido a la excelencia de su estrategia, le hicieron ganarse el respeto de los suyos y de sus propios enemigos. Cuentan que el Conde de Cheddelton en su lecho de muerte, llegó a hablar con el enigmático caballero Galés pero sus ojos apenas pudieron distinguirle. Pese a todo, hombre de raza, Cheddelton aún tuvo fuerzas para retarle más allá de donde los dioses les esperaban…
Eleanor y sus ejércitos se ganaron un enorme respeto pero la paz duró apenas unos pocos años. Eran tiempos convulsos en los que no existía el diálogo y solo la palabra de la fuerza podía imponer sus criterios.