Como hemos cambiado

La primera vez que vi la puesta de sol desde la Playa de La Lanzada era apenas un niño y no podía valorar la belleza de lo que presenciaban mis ojos. Con los años, sin embargo, he ido admirándola más y más hasta disfrutarla plenamente.

Imagen: Montalleri

A veces con mi familia, otras con amigos, otras en esos veranos de playa y enamoramiento y algunas veces, contigo. Recuerdo especialmente un atardecer, juntos, abrazados bajo el fresco viento del fin del verano, preludio de la despedida.

Cuanto hemos cambiado.

Dicen que la melancolía se alimenta de los cambios, incluso de aquellos que son deseados. Porque la vida es un permanente cambio y es, precisamente, la velocidad de ese cambio la que decide nuestro camino.

Desde que escuché esta canción por primera vez, siempre me ha recordado a ti, así que te la dedico, a sabiendas de que nunca vas a leer este pequeño texto.

Ah! Cómo hemos cambiado
qué lejos ha quedado
aquella amistad.

Así como el viento lo abandona todo al paso,
así con el tiempo todo es abandonado;
cada beso que se dá, alguien lo abandonará.

Así con los años unidos a la distancia,
fue así como tú y yo perdimos la confianza;
cada paso que se dio, algo más nos alejó.

Lo mejor que conocimos,
separó nuestros destinos
que hoy nos vuelven a reunir;
tal vez si tú y yo queremos
volveremos a sentir aquella vieja entrega. Ah! Cómo hemos cambiado
que lejos ha quedado aquella amistad.
Ah! ¿qué nos ha pasado?
cómo hemos olvidado aquella amistad.

Y así como siento ahora el hueco que has dejado
quizás llegada la hora vuelva a sentirte a mi lado
tantos sueños por cumplir, alguno se ha de vivir.

Lo mejor que conocimos,
Separó nuestros destinos
Que hoy nos vuelven a reunir;
Tal vez si tú y yo queremos
Volveremos a sentir aquella vieja entrega.

Ah! Cómo hemos cambiado
Que lejos ha quedado aquella amistad.
Ah! ¿qué nos ha pasado?
Cómo hemos olvidado aquella amistad.

 

Semana Santa: intrahistoria

Imagen: Pixabay

Semana Santa.

Lucía trabaja de lunes a miércoles, pero los niños no tienen colegio.

Y eso es un problema. Su madre se marchó al pueblo el sábado anterior y su ex estaba fuera del país.

Así que le pidió a su hermano si se los podía colocar, en sus horas de trabajo, es decir de ocho de la mañana a tres y media de la tarde.

Pablo, su hermano, accedió encantado. Se llevaba de maravilla con los chavales.

El lunes a las cuatro de la tarde, cuando Lucía fue a casa de Pablo a recoger a sus hijos, se encontró un panorama insólito.

Tanto Pablo como los niños, parecían adormilados, con una enorme y bobalicona sonrisa en la cara, mientras la casa apestaba a marihuana.

-¿Pero, que has hecho con los chicos? Preguntó enfurecida Lucía.

Y Pablo sin perder la sonrisa, le contestó,

-Exactamente lo que me pediste, que los colocara y vaya si están colocados, no veas lo bien que lo estamos pasando.

Reto veneciano

Imagen: Montalleri

Me abrió la puerta el ama de llaves. Viajar a Venecia es un placer. Hacerlo visitando la mansión de Giulia es un lujo.

Allí estaba, pelo corto, predominantemente blanco, ropa informal y sonrisa acogedora. A sus sesenta y ocho años, Giulia Prati Condesa de Acciaioli, estaba radiante. Le besé la mano en un exceso de formalidad que ella rompió para darme un cariñoso abrazo. Tras compartir un delicioso desayuno, Giulia me llevó a la sala donde estaban los cuadros.

Una vez allí, la visión fue espectacular, parecía un museo, todo un lujo para la vista. Y eso era solo una mínima parte de la inmensa colección de obras de la Condesa.

En una habitación anexa, había tres cuadros atribuidos a Caravaggio, Murillo y Giordano. El reto propuesto por ella, era averiguar la situación de esos tres cuadros, para definir cual de ellos era original, o una falsificación o una copia, suponiendo que en verdad realmente hubiera alguno falso. Todo un reto. Para ello disponía de un máximo de ocho horas antes de exponer mis conclusiones.

Así que me puse cómodo y saqué mi instrumental de trabajo. Demostrar que un cuadro es falso es casi tan difícil como demostrar que es verdadero.

Para analizar la originalidad de una pintura, primero debemos observar los diferentes estratos de la obra, básicamente la capa pictórica y el lienzo que la soporta, que deberán coincidir en estilo, técnica y materiales. Si nos enfrentamos a una escena religiosa barroca, como es el caso de los tres cuadros, al dar la vuelta a la pieza, analizando el reverso, debemos observar un lienzo de trama gruesa, de lino natural y de tono parduzco, realizado manualmente. Mucha gente solo ve la pintura y desconoce la importancia del reverso para evaluar la antigüedad de un cuadro.

Con más frecuencia de la que quisiéramos nos encontramos con pinturas de estilo, que son aquellas que se realizan fuera del período histórico que representan y que reproducen las características de la pintura barroca, pero que fueron pintadas mucho tiempo después.  Así en este caso, el lienzo sería de algodón, de trama casi industrial y tono blanquecino. Lo destacado de las pinturas de estilo, es que no se pretende hacerlas pasar por el original. Son copias, algunas de una calidad excelente.

La falsificación es algo totalmente diferente, ya que es un intento de manipulación de la pieza, con un envejecimiento artificial tanto del lienzo como de la capa pictórica, mostrando una firma que obviamente no es original, con el único objetivo final de hacer pasar la obra por lo que realmente no es.

Mi conclusión fue que solo el Giordano era auténtico. El Murillo era una excelente pintura de estilo, obra de un copista de calidad. Pero el Caravaggio, tenía todos los ingredientes para ser una falsificación: envejecimiento artificial del lienzo y capa pictórica y lo más importante, firma extremadamente sospechosa.

Terminado mi trabajo, Giulia me invitó a una espléndida cena, en la que le detallé mis resultados, comprometiéndome a enviarle un informe detallado. Por supuesto no me comentó las conclusiones de los otros expertos a los que había invitado al reto y a los que yo no conocía.

Así eran las reglas: el premio para el ganador era uno de los cuadros que todos hubiésemos coincidido en catalogar, como la mejor falsificación.

Gané este reto en 2.012 y recibí por ello un maravilloso cuadro atribuido a José Ribera, el Españoleto, que preside el salón de mi mansión gaditana.

Un cuadro bellísimo, una falsificación primorosa, ¿una obra de arte?

Charla de altura

Imagen: Montalleri

A poco de despegar de Barajas, mi vecino de asiento, un señor mayor, me dio conversación. No me apetecía hablar, pero me comporté con educación, siguiendo brevemente la charla. El hombre insistía una y otra vez, hasta que me hice el dormido unos minutos.

Sobrevolando Los Alpes, la vista era fantástica. Me sentía relajado, tranquilo, casi feliz. Pero mi vecino de asiento, insistía en hablarme…

-Que maravilla, verdad, es impresionante.

-Sí, le respondí apenas mirándole a la cara.

-Y qué, ¿una visita a Milán por trabajo o por placer?

-Digamos que es un reencuentro.

-Vaya, eso suena bien … tal vez una antigua historia de amor, le advierto que las italianas son muy fogosas, yo lo sé muy bien, dijo pícaramente.

Entonces, le miré fijamente a los ojos, puse una de mis muecas más raras, levanté una ceja, mientras le decía casi en un susurro….

-En realidad, es un reencuentro conmigo mismo, es como una necesidad. Desde que salí de la cárcel en la que estuve doce años por una «nimiedad», me propuse viajar y así lo hice, pero por desgracia volví a recaer y digamos que tuve otro «jaleo» y gracias a mi abogado, me internaron en un psiquiátrico durante seis años más. A punto de salir, agredí al director del centro con un candelabro y regresé a la cárcel, pero esta vez pude escaparme gracias a mis contactos con la mafia de la droga y aquí me tiene, rumbo a Milán, para dar un golpe en una joyeria con mis socios italianos.

El hombre se atusó el escaso pelo, resopló e intentó sin éxito separarse apenas unos centímetros de mí. Cogió una de esas revistas de aviones y se concentró en la lectura, aunque me miraba por el rabillo del ojo, con cierta congoja.

A cambio de mi historia fantástica, me liberé del pelmazo y pude seguir disfrutando del vuelo y de las vistas sobre Los Alpes, relajado y tranquilo.