Brindis

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Hace unos días probé por primera vez un invento que al parecer se llama cocktail mimosa (reconozco que el nombre no me gusta mucho) y que consiste en la mezcla de cava y zumo de naranja natural.  Y se toma todo bien frío, a pesar de que por mis latitudes estamos a bajo cero.

Y entra….madre mía como entra.  No sé si es muy elegante o no, pero esta noche tras las campanadas brindaré por el nuevo año con esta bebida deliciosa.

Y lo haré como siempre desde el recuerdo de los que no están, y pensando en los buenos momentos que el año nuevo nos tiene preparados. Si vale, soy optimista…. pero como dijo Oscar Wilde… “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto, toda nuestra vida se concentra en un solo instante” Y de eso se trata de brindar por esos buenos momentos, tal vez instantes que al final pueden ser los decisivos para nuestra felicidad.

Pero este año añadiré un brindis especial, será por mis compañer@s bloguer@s de wordpress, será en definitiva por vosotr@s, agradeciendo vuestra simpatía, cariño, tolerancia y paciencia por supuesto y muchas cosas más que no pongo por no alargarme.

Feliz 2017 amig@s y gracias por acompañarme

Pd: a ver como termino con tanto brindis, si el tema lo merece, tal vez sea preciso un post dedicado a los efectos del cocktail mimosa en una noche muy laaaarga…

  • foto original saborgourmet.com

Alergia

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El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas, mientras él  también se protegía de la tormenta, pensando en la última vez que se vieron. Y la recordó sintiéndola como esos feroces insectos.

Fue en aquella última ocasión, en la que no fue capaz de contarle la verdad de su engaño, tal vez por miedo a que le picara.

A fin de cuentas, era totalmente alérgico a la verdad.

Falso Cuento de Navidad

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Cádiz. Hora de la siesta, domingo veraniego. Harto de la tremenda algarabía infantil que procedía del jardín contiguo, Pablo sacó su cabeza por la ventana y gritó, «por favor queréis callaros». Pero la chiquillada no entendía de horarios de siesta ni nada parecido. Pablo lo intentó por segunda vez «no gritéis tanto», «es la hora de la siesta».

No se veían adultos que pudieran calmar a las fieras, debían estar en el lado contrario de la casa y los chavales miraban divertidos a Pablo mientras gritaban alborozados.

Finalmente Pablo sacó la cabeza por tercera vez y gritó como un poseso,

«¡¡¡ malditos niños, ¿queréis guerra? la vais a tener, enteraros de una pxxx vez, los Reyes Magos no existen, los Reyes Magos son los padres !!!»

y acompañó sus gritos con una inmensa y malévola carcajada…

Y se hizo el silencio, solo roto al cabo de unos minutos por el llanto desconsolado de los más pequeños…

Comidas y Cenas Navideñas

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Tan importante es acudir a las comidas / cenas navideñas como saber sentarse en el sitio adecuado. Y eso vale para la familia, compañeros de trabajo, de estudios y amigos en general. No se trata de ser grosero sino de ser hábil, porque te estás jugando cuando menos dos horas y media, disfrutando o no, en función de la compañía que te haya tocado.

En todas partes hay una cuñada plasta, un jefe insoportable, un compañero coñazo, un amigo que se ha vuelto pijo e insufrible, en definitiva, un amplio abanico de posibilidades.

El truco que funciona, consiste en no llegar de los primeros ni de los últimos. En efecto, llegar en medio es lo mejor. De esa manera podemos observar los movimientos de la persona a la que no queremos tener al lado y movernos con anticipación, con una maniobra envolvente que nos sitúe con aquellos con los que verdaderamente nos apetece estar. Por eso mientras la gente se saluda, es imprescindible observar el territorio y distinguir la parte hostil de la parte amable de la mesa. Si somos rápidos el éxito está asegurado.

Por último añadir, que hemos de ser sinceros con nosotros mismos y de igual manera que intentamos huir de algunas compañías, puede que otros intenten a su vez, huir de nosotros, pero eso no es necesariamente malo, al contrario, siempre ha habido alianzas entre enemigos potenciales…

¡Que aproveche!

Verdad tardía

Te quiere, mamá.

Final de una carta, principio de una realidad.

Marta nunca ha dudado de su amor. Tampoco ha querido juzgar la causa por la que su madre ha tardado tantos años en decírselo. Tal vez el temor a una mala reacción por su parte, que sin embargo, nunca se hubiera producido.

Y ahora, cuando a través de una carta, su madre le ha confesado que en verdad, no es su madre biológica, Marta no quiere que nada perturbe su amor hacia ella.

Porque ese amor no lo va a cambiar una verdad que ha llegado tarde a su vida.

No soy filósofo

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La niebla de estos días me viene como anillo al dedo, porque yo mismo me siento neblinoso. ¿Por qué?

Se me han juntado muchas cosas, de un lado un episodio de trabajo que me ha desanimado y que no tiene solución, luego cuestiones de índole familiar y pre-navideña que me demuestran lo cierto de esa frase que dice: “a los amigos los elegimos, a la familia no”. Y en tercer lugar pero no por ello menos importante, cuestiones del corazón que me afectan más de lo deseable.

He recordado una frase que leí hace tiempo sobre la filosofía y la niebla, que dice más o menos así:

“Un filósofo es un tipo que sube a una cumbre en busca del sol pero se encuentra una intensa niebla que le impide ver más allá de unos metros. A continuación,  desciende y explica el magnífico espectáculo que ha visto”

Pues bien, si eso es así, puedo afirmar que yo no soy un filósofo. Encontré niebla en mi cumbre y niebla es lo que sigo viendo.

Una historia verídica

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Llegó la nieve para alegría de unos y contratiempo de otros. La terraza tenía una buena capa y en la calle era difícil circular o incluso imposible en algunos tramos. Los parques estaban bajo un espeso manto blanco. Hacía mucho frío aumentado por la sensación que dejaba un viento del norte helador.

Me encanta la nieve así que me vestí con ropa de abrigo y calcé las botas adecuadas para salir a dar una vuelta. Mi gorro, mis guantes y mi bufanda me acompañaron. Anduve un kilómetro alejándome del pueblo y me dirigí a una zona especialmente privilegiada y tranquila.

Salte una valla de piedra y me adentré en la pradera. Y fue allí en plena pradera cubierta de nieve, donde me senté a riesgo de empaparme. El ruido era el del silencio solo roto por el leve crepitar de los copos cayendo sobre la nieve, como si se tratara de una lluvia suave de miles de plumas. Me quedé extasiado, maravillado mientras mi propio cuerpo se iba cubriendo.

Y entonces le ví. Un conejo se movía con dificultad sobre la nieve. No me moví ni un centímetro para no asustarle. El conejo se acercó. Mi sorpresa fue mayúscula, porque el conejo llevaba esquíes y una bufanda. Nos miramos fijamente y de repente movió el hocico y me dijo: «vaya nevada, ¿verdad?».

Me quedé petrificado e incapaz de contestar, así que el conejo siguió penosamente su camino. Me levanté porque la nieve arreciaba y muy confuso y sorprendido comencé el regreso mientras me sentía observado por ojos invisibles.

Al llegar a casa conté esta historia, pero nadie me creyó. Tampoco mis amigos, ni mis compañeros de trabajo…

Así que he decidido contarla en el blog, en la confianza de que alguno de vosotros me crea, porque mi historia es, os lo aseguro, verídica.

 

Foto: http://www.fadeeva.com/

El día de la Pizza

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El día 8 festivo en España, iba a dedicarlo a no hacer nada. Todo el día en pijama, leyendo, escuchando música … hasta que…

… hasta que decidí entrar en la cocina y se me ocurrió hacer pizza para comer. Ya sé que si la hubiera pedido a un establecimiento de comida a domicilio, hubiera disfrutado de ella en apenas treinta minutos, pero he querido arriesgarme a entrar en el misterioso mundo de la cocina con un más que aceptable resultado. Y ya puestos a poner perdida la cocina, no hice una sino dos…

Me imagino que entre vosotros hay excelentes cociner@s por ello os pido comprensión para este humilde cocinillas. Quizás os parezca simple pero confieso que estoy orgulloso de mis pizzas que dicho sea de paso, estaban para chuparse los dedos.

  • La masa:
    • Preparado para elaborar pizzas. Seguir las instrucciones al pie de la letra, en cuanto a los tiempos del horno, esto es importante. Ayudarse con una espátula y rodillo para tratar la masa.
    • Base de tomate (preferiblemente casero)
    • Cobertura de queso para pizza y orégano o albahaca (preferiblemente fresca)
  • El contenido:
    • Opción 1:  aceitunas negras, alcachofas troceadas, champiñones frescos u otros fungi a gusto
    • Opción 2: aceitunas verdes, taquitos jamón york / pavo / serrano
    • Opción 3: taquitos de queso azul / gorgonzola
    • Opción 4: anchoas / atún
    • A cualquiera de las opciones se le puede añadir un huevo
    • Todas las opciones incluyen un ingrediente secreto llamado «amc» y que no puedo desvelar (permitidme que me haga el interesante)

Como veréis a medida que aumenta la opción, el sabor es más fuerte. Las distintas opciones pueden combinarse al gusto de los comensales.

Para terminar, hay dos aspectos que no voy a mencionar…

  1. El tiempo que me llevó el proceso pizzero, ¡¡mamma mía!!
  2. El estado en el que terminó mi cocina ¡¡mamma mía x 2!!

Y por último, diré que es la primera vez en mi vida que escribo un post sobre cocina, jamás hubiera pensado que sería capaz de semejante atrevimiento ¡¡ quién me lo iba a decir !!

Bostezos

bostezo

El otro día leí una curiosa referencia en un periódico en relación a un estudio sobre el bostezo, según el cual la duración del bostezo predice el peso del cerebro y el número de neuronas corticales.

Por eso deducen en el estudio, que el bostezo medio de un humano dura unos seis segundos, desde inicio a final. Y responde a un aumento de las capacidades cognitivas. Pero lo que más me llamó la atención es que bostezar refrigera el cerebro.

Así que a partir de ahora, cuando me eche un bostezo a lo Chewbacca, si alguien me mira mal, le diré que en realidad estoy refrigerando el cerebro. Así, como quién no quiere la cosa…