Te quiere, mamá.
Final de una carta, principio de una realidad.
Marta nunca ha dudado de su amor. Tampoco ha querido juzgar la causa por la que su madre ha tardado tantos años en decírselo. Tal vez el temor a una mala reacción por su parte, que sin embargo, nunca se hubiera producido.
Y ahora, cuando a través de una carta, su madre le ha confesado que en verdad, no es su madre biológica, Marta no quiere que nada perturbe su amor hacia ella.
Porque ese amor no lo va a cambiar una verdad que ha llegado tarde a su vida.
NO DEBERÍA PERTUBAR NADA
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Cierto Periko, en el relato sucede así y creo que en la vida real debería ser igual. Abrazo.
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Reblogueó esto en rererebloguer.
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Gracias por tu reblogueo 😉
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Sí no ha más verdad que el amor, venga de donde venga. Un abrazo.
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En efecto, no hay mayor verdad Carlos, como bien apuntas, el amor está por encima siempre. Abrazo.
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El amor de una madre no tiene que ver necesariamente con el biologísmo y este sería uno de esos casos. Saludos
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Hola Roma, sucede que el amor es un sentimiento que supera y desborda al biologismo. Un abrazo.
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El amor incondicional nada tiene que ver con la biología. Se da y se recibe sin tener en cuenta aspectos genéticos. Cuando tengamos cuenta esto, quizás el mundo será un lugar mejor…
Me has hecho reflexionar!! 😉
Un saludo, Carlos.
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Así es Lidia, el amor de una madre o padre hacia los hijos, desborda el aspecto puramente biológico. Sin embargo el biologismo sigue teniendo preponderancia para algunas autoridades. Me alegra tu reflexión 😉 un abrazo.
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Carlos, qué simple y bello lo que has escrito.
El final de una carta que dice lo más importante de una verdad. Excelente.
Abrazos.
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A veces lo sencillo es lo más bello. Palabras que se entienden, no importa desde que latitud ni huso horario. Gracias y un abrazo al borde del invierno.
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Tal cual, Carlos. Gracias por tu respuesta. Va de vuelta mi abrazo desde el borde del verano (tremendamente caluroso).
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Totalmente cierto. Me ha gustado. Un abrazo
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Gracias José Carlos, el amor no entiende más que de amor…
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