Nos saludamos con las manos, las tocamos en un choque muy suave. Traigo mi sonrisa, me la he puesto minutos antes de entrar en la habitación. Prefiero estar callado. Me cuesta decir lo que no pienso. Como si él no supiera la verdad. Pero todos participamos del juego absurdo. Cuando al final me quedo a solas con él, me quito la sonrisa, él hace lo propio.
Me confiesa su hartazgo de tanta pantomima, aunque intenta entenderla. «¿Por qué se engañan?» “¿Para quién es mejor, para ellos o para mí?” me pregunta. “Para ellos, sin duda”, le contesto yo. «No están preparados».
“Ayúdame a levantarme, necesito asomarme a la ventana” me dice. Fuera es otoño, llueve suavemente y las hojas inundan el suelo. “La de tardes que he perdido en casa por auténtica pereza y lo que daría ahora por poder tocar esas hojas”. piensa en voz alta. “Pronto volverás a tocarlas” le digo sinceramente. No dice nada, mientras mira ensimismado a través de la ventana.
Pasan unos minutos y la enfermera trae la cena.
«Un día más» le dice ella.
«Un día menos» le contesta él.
Muy bien relatado. Bonito y triste a la vez (y más, ahora que sé que es real). Me ha gustado como has sintetizado con tanta dulzura una visita a un enfermo, plasmando detalles que otros hubieran pasado por alto. Un abrazo, Carlos.
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Gracias de nuevo por tus palabras. Las cosas son como son y a veces no pueden cambiarse a través de la ilusión o de echar la mirada a otro lado. A mi me gusta afrontar la realidad como es, para conocerla mejor y así poder hacerle frente. Y en la medida de lo posible aprovechar el tiempo al máximo, tocando esas hojas de otoño que algún día, yo también echaré de menos. Un abrazo.
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Claro que sí!! Son las pequeñas cosas las que esconden la verdadera felicidad, hay que saber apreciarlas y aprovecharlas. Un abrazo.
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Y ese debe ser nuestro objetivo principal ¡¡
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Día más, día menos… ¿quién es el optimista y quién el pesimista?
Parecería que el vivir día a día sin más es la versión optimista de la vida, la versión «Carpe Diem». Pero vivir inconscientes de lo escaso de nuestro tiempo, de su valor, de su fragilidad… nos hace desperdiciarlo. Para mí cada día es un día menos para pisar las hojas de otoño. ¿Y por qué nos envolverá el otoño de tanta melancolía?
Como siempre, muy Lindo Montalleri
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Hola Ecléctica encantando de verte de nuevo. Nuestro tiempo es escaso y frágil, muy cierto, y no debemos malgastarlo, aunque tampoco hay que estar pendientes del reloj de nuestra vida, porque en ese caso sufriríamos. Digamos que la virtud está en el medio (vale, no soy muy original…). Para mí el otoño es una época diferente y enriquecedora que disfruto mucho. Hace unos días paseaba por el Retiro y sin darme cuenta se me hizo de noche mientras pisaba las hojas húmedas. No te imaginas como lo disfruté. Un abrazo
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Y a pesar de saberlo, estimado Carlos, debemos dejar pasar el tiempo sin ser conscientes de que habrá un final, por la sencilla razón de que, sin ese ardid, la vida sería una insoportable carrera contra el reloj. Un abrazo.
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Hola de nuevo Carlos, al hilo de tu comentario y del anterior, hemos de aprovechar nuestras oportunidades vitales sin que por ello necesitemos pensar en un final que llegará cuando tenga que llegar. Sucede que cuando se adelanta ese reloj vital, se es más consciente de aquello que no se hizo, ante la duda lógica de si se podrá volver a hacer. Un abrazo ¡¡
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Mucha sensibilidad y cariño destilan tus palabras.
Sean cuales fueren las circunstancias que te rodean, te transmito mis mejores deseos
Un saludo
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Gracias Antonio por tus palabras. Alguien dijo que «lo que hace falta es someter a las circunstancias, pero no someterse a ellas» Parecido pero diferente y tan fácil de decir, como complejo de llevar a cabo. Lo demás son los efluvios otoñales y melancólicos como alguien ha comentado antes. Un abrazo.
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Otro para tí.
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LLegados a este punto nos damos cuenta de todo lo que no hemos hecho y podríamos haber hecho. Si hay tiempo aún tiene arreglo y si no fue nuestra decisión en cada momento y seguramente adecuada en ese instante, aunque visto de lejos nos parece una mala decisión.
Un abrazo
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Es cierto, María José, las cosas las afrontamos como sabemos o como podemos en cada momento. con aciertos o sin ellos, pero pensando que hicimos lo mejor. A fin de cuentas y como dijo el poeta, si miramos atrás «veremos la senda que nunca se ha de volver a pisar». Un abrazo y buen puente.
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Todos dejamos algo pendiente en la esperanza de hacerlo más adelante, me parece lógico para cuestiones menores pero los asuntos que afectan al corazón y al alma conviene tenerlos siempre al día, si somos capaces. Antes o después, día más o dìa menos afrontaremos realidades adversas que tu has tratado con delicadeza en este relato tan personal. Un abrazo amigo.
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Todo está en nuestras decisiones y como yo digo con frecuencia, no tomar una decisión es en si mismo una decisión, frase que no todo el mundo entiende. Y las decisiones del alma y del corazón son las más difíciles de tomar y también las más importantes, por eso suelen dejar con frecuencia asuntos pendientes. Un fuerte abrazo.
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A veces hasta que no conocemos la enfermedad o el infortunio no somos capaces de valorar y atesorar nuestro tiempo en la Tierra. No deberíamos dejar para mañana lo que es fundamental disfrutar hoy, lo sencillo que nos roza, lo nimio pero grandioso del instante presente.
Un abrazo.
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Vivimos en una burbuja de prisas y objetivos a corto plazo pero eso no nos debe hacer olvidar lo verdaderamente importante en nuestra vida, aquello que no debemos retrasar, que no debemos dejar para otro momento, porque pensamos en un mañana como el de hoy y por desgracia llega un momento en que el mañana es diferente y entonces puede suceder que echemos de menos pisar esas «hojas de otoño». Gracias por tu comentario y un abrazo.
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Buenos Carlos….un día menos de dolor pasado y de alegrías que nos sentaron bien para conservarlas para el HOY y el MAÑANA. Me quedaré con eso. HERMOSO relato… triste, real…pero la vida es tristeza, felicidad y seguir. ASÏ sin más. ¿no? Un abrazo grande
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Un día más o menos, depende de tantas cosas y circunstancias, del estado de ánimo y de tantas variables, algunas dependen de nosotros, pero otras no y debemos preocuparnos solo de aquello que dependa en alguna medida de nosotros. No es fácil cumplirlo. Otro abrazo para tí.
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Bonito relato. Me ha gustado. Un abrazo
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Gracias José Carlos por tu comentario y visitas, un abrazo
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Hermosísimo relato, Carlos. Has usado muy pocas palabras para decir muchísimo.
Vital tu mensaje. ¡Gracias!
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A veces no son necesarias muchas palabras para mostrar emociones. Me alegra que te haya gustado. Encantado de verte por aquí, un abrazo y buen fin de semana.
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🙂
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Un día más para poder disfrutar. Un día menos de vida. Así es la realidad. A mí particularmente me gusta decir «Un día más» 🙂
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Bienvenida al blog Carmen, yo también creo que hay que positivizar todo lo posible, mejor más que menos aunque las circunstancias sean complicadas. Gracias por tu comentario y buen fin de semana
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Un relato intenso, emotivo, real. Más de alguna vez participé de ese «juego absurdo», como tan bien lo has denominado.
Es un gusto pasar por aquí.
Un abrazo.
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Si el relato es real y siempre hemos de ponernos en el lugar del otro pero con buenas dosis de sentido común. Gracias por tus visitas. Un abrazo
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