Corrían los años sesenta. En apenas dos meses, se habían profanado tres tumbas en el cementerio del pueblo, lo que había creado la lógica indignación e inquietud entre los habitantes. La policía local había dotado un dispositivo especial de vigilancia consistente en dos agentes, a los que no les hacia ninguna gracia pasear entre muertos.
La noche del martes era muy húmeda y con una espesa niebla. Una figura vestida totalmente de negro deambulaba por el cementerio en búsqueda de una lápida concreta. La de don Herminio Fulguez, rico comerciante del pueblo, enterrado esa misma mañana. La figura negra dio con la lápida del finado. Tal vez hubiese sido enterrado con su reloj de oro o con su cadena igualmente de oro, incluso con los gemelos de tan preciado metal. Era una posibilidad racional, pues en esa comarca se estilaba enterrar a los difuntos con sus mejores ropas y abalorios.
Con la ayuda de un curioso sistema de poleas, la figura podía mover la lápida, lo justo para acceder al ataúd sin dificultad, abrirlo y llevarse todo cuanto de valor se encontrase allí. La figura carecía de escrúpulos eso parecía evidente y el botín podía ser interesante, por lo que el riesgo se podía asumir. Si espaciaba los ultrajes en el tiempo, sería difícil dar con él, pues apenas dejaba huellas que se pudieran seguir.
La figura instaló las poleas alrededor de la lápida y comenzó la tarea difícil de moverla con el más absoluto sigilo. Al cabo de diez minutos, la lápida cedió. Era el momento crítico porque se produciría inevitablemente un ruido al correrla, pero la figura jugaba con la ventaja del miedo, por lo que nadie se iba a acercar al cementerio a esas horas.
Con facilidad abrió el ataúd y de repente don Herminio, el muerto, profirió un alarido en búsqueda de aire, mientras sus ojos desorbitados miraban a la figura, la cual, tras semejante susto, sufrió un infarto que le causó la muerte en el acto.
La investigación concluyó que la figura era Casimiro Ruiz el dueño de la herrería del pueblo. La policía le inculpó de los otros tres casos de profanamiento acaecidos en el cementerio.
Don Herminio fue trasladado al hospital comarcal, donde se le trató de una crisis de ansiedad profunda. Si bien el médico local había certificado su muerte, se llegó a la conclusión de que don Herminio había sufrido de catalepsia, curioso mal que deja el cuerpo inactivo y aparentemente muerto.
Al final, resultó que la profanación de su propia tumba le dio de nuevo la vida.
Aún hoy, pasados casi sesenta años, los más viejos del lugar recuerdan que de niños les decían, que por el cementerio vagaba el espíritu de un tal Casimiro, al que apodaban el ladrón de almas.
Genial Carlos.
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Muchas gracias Javier, un abrazo amigo.
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Buenísimo 😊🙌
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Wow ¡¡¡ Muchas gracias por tan efusivo comentario 😊 un abrazo.
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Te mereces todos los buenos comentarios Carlos! Es un relato bastante entretenido, tiene un toque sorpresivo y a la vez terrorífico, atrapa al lector desde el principio!
Un enorme abrazo de vuelta para ti! 🙌🐰
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Pues en ese caso, objetivo cumplido, a pesar de la temática un tanto misteriosa.
Otro abrazo de vuelta para tí 😊😉
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¡Muy bueno! Creía que esta vez había visto venir el final, pero no, has vuelto a sorprenderme. 🙂
Un abrazo
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Me alegra haberte sorprendido Luna. Gracias como siempre😉
Un abrazo
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Mamma mía, mi aplauso 👏👏👏 sorprendente final, ¡que bueno! Un abrazo
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Gracias por ese aplauso, me anima a seguir 👍 Un abrazo Miguel.
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Ladrón de almas y otorgador de vida. Sin pretenderlo, eso sí.
La idea de que te entierren estando vivo me parece terrorífica.
A mí también me has sorprendido, no me esperaba ese final.
Abrazo, Carlos
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Así es, no lo pretendió, pero le dió otra oportunidad a don Herminio. Eso de que te entierren vivo, pone los pelos como escarpias.
Me alegra haberte sorprendido, un abrazo Paloma.
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Muy buena.
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Gracias como siempre por tus visitas. Un abrazo
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Don Herminio habrá quedado eternamente agradecido del ladrón de almas; aunque a decir verdad, lo inmaterial no era de su interés.. Como dice el refrán, Casimiro fue por lana y salió trasquilado…
¡Buena historia, Carlos! ¡Un abrazo!
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Si más bien podía llamarse simplemente un ladrón sin escrúpulos, pero como ladrón de almas, queda como más «novelado». Genial tu frase, trasquilado pero del todo. Tanto que la palmó 🙄
Gracias por tus visitas Sara. Un abrazo.
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¿El relato por tanto se basa en hechos reales? Pues esta noche a dormir con la luz encendida. Un abrazo.
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Estoy convencido que este relato, ficticio en origen, tiene un soporte real incuestionable.
Te dejo este enlace para que veas como eran los miedos al respecto.
https://www.noticiasdealava.eus/2018/11/26/araba/la-campana-del-cementerio
Es muy interesante.
Un abrazo Carlos
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¡Lagarto, lagarto!
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Ja, ja, ja. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Un abrazo.
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Muchas gracias por ese comentario Valverde. Me alegra mucho.
Un abrazo.
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Muy bueno, entretenido y bien escrito. Espero que no esté basado en un hecho real 😨
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Muchas gracias Julio por tus palabras. El relato es ficticio pero la historia que lo sustenta podría perfectamente ser cierta. Ayer dejé en otro comentario un enlace curioso sobre los miedos lógicos a la catalepsia y al enterramiento, si quieres leerlo, lo tienes un poco más arriba 😉 Un abrazo
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Gracias, lo leeré con gusto
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De ahí que haya que esperar esas interminables 24 horas reglamentarias para enterrar a una persona.
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Eso es ahora, pero hace años había auténtico pánico a sufrir catalepsia. De hecho a algunos muertos le ponian una cuerda atada al pie que terminaba en una campana, porsiaca 🙄 Un abrazo Margui
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Jjj es verdad, lo de la campanilla lo sabía 💋💋
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👍
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Un puro ejemplo cuando no tendríamos lo bueno sin ayuda de lo malo. Muy bueno es el texto. Un abrazo.
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Así es, como digo en el texto «Al final, resultó que la profanación de su propia tumba le dio de nuevo la vida». O como dice el refrán español «no hay mal que por bien no venga».
Gracias por tus visitas amiga. Un fuerte abrazo
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Me encanta. Casimiro se cavó su propia tumba, ahora ya puede descansar en paz con el agujero hecho y deshabitado, todo el trabajo hecho, unas paladas encima y ya está, a criar malvas en lugar de don Herminio. Se va a ahorrar el coche fúnebre…
Un abrazo.
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Al final hubo justicia, no sé si divina o tenebrosa, pero lo cierto es que Casimiro se pasó de frenada y la catalepsia del «muerto» hizo el resto.
Un abrazo Estrella.
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El vivo al hoyo y el pseudo muerto al bollo. El ladrón de tumbas, al igual que el burro, en una ocasión tocó la flauta siendo héroe accidental, a costa de su propia vida, de una acción que de otra manera no se hubiera llegado a producir.
Saludos Carlos 😀✋
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Así es en este caso. Un héroe accidental y ladrón, que en esta ocasión patinó por completo, algo así como el cazador cazado.
Me alegra verte por aquí😉 Un abrazo
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Gracias Carlos, igualmente, me estoy poniendo al día, con solo el móvil es mucho rollo 😁✋
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Genial. Te echaba de menos 👋👋
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😊🥂
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¡Fantástico giro, Carlos!
Una historia digna de convertirse en leyenda, lo tiene todo.
Abrazos
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Muchas gracias Xibeliuss por tus palabras.
Un abrazo
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✨💕✨💕✨💕✨
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Gracias 😊
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Genial Carlos, una historia creativa, de emoción y de alma. Un abrazo fuerte
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Y con final feliz, al menos para el finado que pasó de palmarla a la vida en un pis-pas 😂
Un abrazo
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