Regresaba a casa tras la reunión familiar por Nochevieja. Bebo poco, pero anoche me excedí para lo que soy yo. Así que preferí no conducir y tomé un taxi.
Hacía frío, ese frío seco propio de mi ciudad. Apenas cero grados por lo que me ajusté la bufanda y los guantes, abotonando todo mi abrigo. Conseguí un taxi al tercer intento y una vez en mi edificio, pulsé el botón del ascensor.
Hasta ahí todo normal. Al abrirse la puerta, encontré una mochila en el suelo que con seguridad alguien despistado se habría dejado allí, tal vez por los efectos de la fiesta. Eso le puede pasar a cualquiera. Así que me llevé la mochila a casa. Y pensé en poner un cartel en el ascensor para avisar de que la había encontrado. Y así lo hice unas horas después.
Ese día 1 de enero, nadie la reclamó. Pero tampoco el día siguiente ni al otro. Ni en una semana, ni en quince días. Hasta que una mañana el cartel, ya no estaba pegado en el interior del ascensor.
Vencí mi natural prudencia y abrí la mochila en busca de alguna documentación que me permitiera averiguar la identidad de su propietario.
En su interior encontré algo de ropa usada, un libro de aventuras y un sobre cerrado dirigido “a quién corresponda”. Me pregunté si yo mismo sería esa persona “a quién corresponda”, así que abrí el sobre encontrando en su interior una carta manuscrita que comencé a leer con avidez.
Conforme lo hacía, sentí un sudor frío. Tuve que sentarme para poder continuar. La carta reflejaba puntualmente hechos y sucedidos de mi vida que de una u otra manera, me dejaron marcado. Temas pendientes de resolver, mucho de ellos por dejadez, por comodidad.
Heridas del corazón que sufrí, pero también que hice sufrir. Amistades que perdí con el paso del tiempo, cuestiones de trabajo que nadie podía conocer, salvo yo mismo. Conversaciones dolorosas con mis padres, con mis hermanos, que jamás cerramos del todo.
Pronto me dí cuenta de que esa mochila era realmente mi propia carga, mi mochila de la vida que todos vamos llenando con el paso de los años, que prometemos vaciar con nuevos propósitos, pero que no solemos hacerlo, o bien porque ya es tarde, o bien porque no tenemos la fuerza para ello.
La carta terminaba diciendo: “esta es tú mochila, de ti depende que la vacíes todo lo que puedas, para que tu caminar por la vida no sea tan pesado ni doloroso. Es tu decisión”.
….//….
Eran las 3 de la tarde, cuando me desperté un tanto resacoso de la fiesta de Nochevieja. Había dormido plácidamente y había soñado con mucha intensidad. Algo relacionado con una mochila. Pero no conseguía recordar los detalles.
Solo se que me levanté contento, dispuesto a olvidar viejas rencillas y disputas, dispuesto a pasar página de todo cuanto me produjera dolor, dispuesto a comenzar una andadura diferente.
Me duché y me vestí para dar un paseo con el ánimo de despejarme un poco. Llamé al ascensor. Ví que alguien había dejado un cartel en el espejo, diciendo que había encontrado una mochila la pasada madrugada. Sonreí, seguro que venían cocidos de la fiesta y se la olvidaron.
Pero que despistada es la gente…
Qué maravilloso relato … ¡Permíteme decirte que me identifiqué con tu mochila!
¡Feliz 2019!
Mi abrazo, Carlos, deseándote lo mejor.
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Gracias Úrsula por tus palabras y por tu identificación con la mochila y sus cargas. Y a por el 2019, abrazos 😉
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Muy bonito 👍
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Gracias por tu visita Carlos.
Un abrazo 👍
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Me ha encantado este cuento, Carlos. Porque es un cuento -con su moraleja incluida- más que un relato. Qué pesada es esa mochila que todos cargamos. Cuánto nos cuesta vaciarla…. Un abrazo y mis mejores deseos para ti en el nuevo año.
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Me alegro mucho Mayte. Pues sí, es como un cuento. Debemos aligerar esa mochila que acumulamos con los años. Nunca es mal momento para ello, sea principios de año o cuando sea. Nos beneficiará mucho soltar ese lastre. Mucha suerte y felicidad en el año recién comenzado. Un abrazo Mayte.
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¿Te acuerdas de Antonio Llamas? me escribió un relato en el que me pedía que me liberase de la mochila que llevaba a la espalda… He intentado recuperarlo para poner el enlace, pero ya no se puede entrar, ¡y no lo tenía guardado! Antoni, Antonio, fue una pérdida tremenda, yo le tenía un especial cariño.
Precioso tu relato, deberíamos vacíar la mochila todos los años, ¡qué digo todos los años! deberíamos hacerlo todos los meses, para ir ligeros por esta vida, pero parece como si quisiéramos acumular, como esos altillos de los armarios que se llenan de cosas que no se van a volver a usar, pero que ahí siguen.
Feliz año o feliz día a día. Un abrazo.
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Que gran recordatorio de esa pesada carga que arrastramos. Es un relato estupendo para fin de año. Un abrazo.
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Y también es un relato de comienzo de año y de mitad de año. Siempre es buen momento para ir aligerando cargas con las que nos quedamos aún a sabiendas de que solo nos producen dolor.
Un fuerte abrazo Carlos.
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No sé si este comentario era para Carlos (el Montalleri) o yo, pero el relato es muy bueno y el que me hizo Antonio era muy bueno también, es una pena, pero se ha perdido…
Besos.
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Por supuesto que recuerdo a Antonio, una bellísima persona. El propósito de vaciar la mochila no debe ser algo esporádico. Me ha gustado el paralelismo que estableces con los altillos de los armarios donde acumulamos cachibaches. Y creo que es muy necesario dejar de acumular tantas emociones y sentimientos contradictorios y así darles salida de vez en cuando, porque apenas nos van a aportar nada. Un abrazo Estrella y feliz año, día a día, momento a momento.
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Que lindo relato!!!
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Me alegro. Gracias Cami por tu comentario.
Un abrazo.
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En vez de día de la marmota, le vamos a poner sueño de marmota. Gran relato y feliz año nuevo!
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🤔 ¿ Me estás llamando marmota ?
Vale, lo acepto 🙄
Abrazo Pau y feliz año
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Yo, incapaz! Espero que hayas pasado lindo con la familia.
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Buenísimo Carlos!
Nada mejor para este año que ir livianos.
Tantas cosas inconclusas, tantos pesos innecesarios. La vida es demasiada corta para invertirla en lo que nos hace daño.
Más livianos es mejor.
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Gracias Awilda. Siempre es buen momento para ir aligerando peso, aunque eso suponga dar por cerrados, algunos ciclos.
Un abrazo
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Exactamente así es…
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Somos unos mochileros.
Para caminar, mejor soltar peso, tienes toda la razón.
Un saludo y feliz año ligero de equipaje!!
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A ver si es verdad y conseguimos aligerar peso que no nos aporta prácticamente nada necesario y menos aún imprescindible.
Un abrazo Paloma.
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Todos tenemos una mochila y alguno, he tapado el espejo para no verme, nos gusta grande. Y claro, a mayor tamaño, más metemos dentro de ella, bueno malo e innecesario. Mejor una más pequeña para tener que escoger mejor lo que llevar y solo llevar ropa limpia.
Saludos Carlos 👍
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Cuanto más pequeña sea la mochila, mejor, tendremos que seleccionar aquella carga emocional que no podemos o queremos obviar. Y creo que con los años uno aprende a hacer esa seleccion, aunque en muchos casos, sea doloroso. Abrazo.
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La espalda también nos lo agradecerá lo mismo que la conciencia 🖐️
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Ves, la espalda: otro motivo más para aligerar la mochila 😂😁
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😁👍
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Me encanta tu relato Carlos.
Es cierto que todos acarreando una mochila a nuestras espaldas a la que no solemos hacer mucho caso…dejamos pasar los días,los meses,loas años creyendo que esos problemas se van a solucionar solos por arte de magia pero no es así. Debemos coger la mochila por las riendas e ir aligerando esa mochila que cada vez se hace más pesada de llevar.
Feliz año Carlos espero que tu mochila pierda unos kilitos este año jeje
Un abrazo 😊
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En algún momento, en algún punto del recorrido, debemos aligerarla aunque en ocasiones ello nos cause dolor. Pero hay problemas que no van a solucionarse y hay situaciones que ya no se van a volver a vivir, así es la vida. Es cuestión de proponérselo con firmeza porque así mejoraremos nuestro camino diario. Me alegra que te haya gustado el texto. Un fuerte abrazo 😊
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Te haré caso Carlos a ver si funciona😊
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Ya sabes, despacito y buena letra 😊
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Sí 😂
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Es genial. Con tu permiso se lo paso una amiga psicóloga para sus pacientes. Un abrazo y Feliz Año
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Gracias por tus palabras Chany. Por supuesto puedes pasarlo a quién desees, es más, para mi es un motivo de orgullo. Feliz año también para tí junto con mi fuerte abrazo.
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Con resa o no, has escrito un relato excelente.
Un abrazo.
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Muchas gracias Valverde por tu visita y comentario.
Un abrazo.
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Parece que la resaca la tengo yo. Ja, ja, ja.
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😂😂😂
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Si tiene que haber una mochila, que esté llena de historias como esta. Genial. Saludos 🙂
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Caramba Juan, eso es casi un piropo. Muchísimas gracias por este comentario que me anima a seguir adelante 👍
Un abrazo
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Ufff, que bueno el relato. Intenso como un buen café y dando mucho para pensar. Un abrazo amigo y feliz año
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Gracias y ya sabes, a vaciar un poco la mochila. Un abrazo.
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Buenísimo Carlos!!!
Vaciemos culpas, malos recuerdos, preocupaciones y todas las desgracias q guardamos ahí…
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Es una manera como otra para desearos feliz año, porque creo que aligerar nuestras cargas es fundamental y nos vendrá bien a todos. Un abrazo y gracias por pasarte.
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Me ha gustado mucho
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Me alegro. Gracias por tu visita. Un abrazo.
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