La Mochila

Imagen: Pixabay

Regresaba a casa tras la reunión familiar por Nochevieja. Bebo poco, pero anoche me excedí para lo que soy yo. Así que preferí no conducir y tomé un taxi.

Hacía frío, ese frío seco propio de mi ciudad. Apenas cero grados por lo que me ajusté la bufanda y los guantes, abotonando todo mi abrigo. Conseguí un taxi al tercer intento y una vez en mi edificio, pulsé el botón del ascensor.

Hasta ahí todo normal. Al abrirse la puerta, encontré una mochila en el suelo que con seguridad alguien despistado se habría dejado allí, tal vez por los efectos de la fiesta. Eso le puede pasar a cualquiera. Así que me llevé la mochila a casa. Y pensé en poner un cartel en el ascensor para avisar de que la había encontrado. Y así lo hice unas horas después.

Ese día 1 de enero, nadie la reclamó. Pero tampoco el día siguiente ni al otro. Ni en una semana, ni en quince días. Hasta que una mañana el cartel, ya no estaba pegado en el interior del ascensor.

Vencí mi natural prudencia y abrí la mochila en busca de alguna documentación que me permitiera averiguar la identidad de su propietario.

En su interior encontré algo de ropa usada, un libro de aventuras y un  sobre cerrado dirigido “a quién corresponda”. Me pregunté si yo mismo sería esa persona “a quién corresponda”, así que abrí el sobre encontrando en su interior una carta manuscrita que comencé a leer con avidez.

Conforme lo hacía, sentí un sudor frío. Tuve que sentarme para poder continuar. La carta reflejaba puntualmente hechos y sucedidos de mi vida que de una u otra manera, me dejaron marcado. Temas pendientes de resolver, mucho de ellos por dejadez, por comodidad.

Heridas del corazón que sufrí, pero también que hice sufrir. Amistades que perdí con el paso del tiempo, cuestiones de trabajo que nadie podía conocer, salvo yo mismo. Conversaciones dolorosas con mis padres, con mis hermanos, que jamás cerramos del todo.

Pronto me dí cuenta de que esa mochila era realmente mi propia carga, mi mochila de la vida que todos vamos llenando con el paso de los años, que prometemos vaciar con nuevos propósitos, pero que no solemos hacerlo, o bien porque ya es tarde, o bien porque no tenemos la fuerza para ello.

La carta terminaba diciendo: “esta es tú mochila, de ti depende que la vacíes todo lo que puedas, para que tu caminar por la vida no sea tan pesado ni doloroso. Es tu decisión”.

….//….

Eran las 3 de la tarde, cuando me desperté un tanto resacoso de la fiesta de Nochevieja. Había dormido plácidamente y había soñado con mucha intensidad. Algo relacionado con una mochila. Pero no conseguía recordar los detalles.

Solo se que me levanté contento, dispuesto a olvidar viejas rencillas y disputas, dispuesto a pasar página de todo cuanto me produjera dolor, dispuesto a comenzar una andadura diferente.

Me duché y me vestí para dar un paseo con el ánimo de despejarme un poco. Llamé al ascensor. Ví que alguien había dejado un cartel en el espejo, diciendo que había encontrado una mochila la pasada madrugada. Sonreí, seguro que venían cocidos de la fiesta y se la olvidaron.

Pero que despistada es la gente…

Autor: Montalleri

Ahorremos explicaciones, nunca emociones

45 opiniones en “La Mochila”

  1. Me ha encantado este cuento, Carlos. Porque es un cuento -con su moraleja incluida- más que un relato. Qué pesada es esa mochila que todos cargamos. Cuánto nos cuesta vaciarla…. Un abrazo y mis mejores deseos para ti en el nuevo año.

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    1. Me alegro mucho Mayte. Pues sí, es como un cuento. Debemos aligerar esa mochila que acumulamos con los años. Nunca es mal momento para ello, sea principios de año o cuando sea. Nos beneficiará mucho soltar ese lastre. Mucha suerte y felicidad en el año recién comenzado. Un abrazo Mayte.

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  2. ¿Te acuerdas de Antonio Llamas? me escribió un relato en el que me pedía que me liberase de la mochila que llevaba a la espalda… He intentado recuperarlo para poner el enlace, pero ya no se puede entrar, ¡y no lo tenía guardado! Antoni, Antonio, fue una pérdida tremenda, yo le tenía un especial cariño.
    Precioso tu relato, deberíamos vacíar la mochila todos los años, ¡qué digo todos los años! deberíamos hacerlo todos los meses, para ir ligeros por esta vida, pero parece como si quisiéramos acumular, como esos altillos de los armarios que se llenan de cosas que no se van a volver a usar, pero que ahí siguen.
    Feliz año o feliz día a día. Un abrazo.

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    1. Por supuesto que recuerdo a Antonio, una bellísima persona. El propósito de vaciar la mochila no debe ser algo esporádico. Me ha gustado el paralelismo que estableces con los altillos de los armarios donde acumulamos cachibaches. Y creo que es muy necesario dejar de acumular tantas emociones y sentimientos contradictorios y así darles salida de vez en cuando, porque apenas nos van a aportar nada. Un abrazo Estrella y feliz año, día a día, momento a momento.

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  3. Buenísimo Carlos!
    Nada mejor para este año que ir livianos.
    Tantas cosas inconclusas, tantos pesos innecesarios. La vida es demasiada corta para invertirla en lo que nos hace daño.
    Más livianos es mejor.

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  4. Todos tenemos una mochila y alguno, he tapado el espejo para no verme, nos gusta grande. Y claro, a mayor tamaño, más metemos dentro de ella, bueno malo e innecesario. Mejor una más pequeña para tener que escoger mejor lo que llevar y solo llevar ropa limpia.
    Saludos Carlos 👍

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    1. Cuanto más pequeña sea la mochila, mejor, tendremos que seleccionar aquella carga emocional que no podemos o queremos obviar. Y creo que con los años uno aprende a hacer esa seleccion, aunque en muchos casos, sea doloroso. Abrazo.

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  5. Me encanta tu relato Carlos.
    Es cierto que todos acarreando una mochila a nuestras espaldas a la que no solemos hacer mucho caso…dejamos pasar los días,los meses,loas años creyendo que esos problemas se van a solucionar solos por arte de magia pero no es así. Debemos coger la mochila por las riendas e ir aligerando esa mochila que cada vez se hace más pesada de llevar.
    Feliz año Carlos espero que tu mochila pierda unos kilitos este año jeje
    Un abrazo 😊

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    1. En algún momento, en algún punto del recorrido, debemos aligerarla aunque en ocasiones ello nos cause dolor. Pero hay problemas que no van a solucionarse y hay situaciones que ya no se van a volver a vivir, así es la vida. Es cuestión de proponérselo con firmeza porque así mejoraremos nuestro camino diario. Me alegra que te haya gustado el texto. Un fuerte abrazo 😊

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