Contaba mi abuela que en el pueblo solían poner motes a los forasteros cuando llegaban. La noticia era bien conocida y cuando Mario se estaba acercando al pueblo fue advertido de semejante costumbre.
Así que Mario se echó a reír y dijo con su enorme vozarrón, “pues de mí, poca leche van a sacar” y acompañó sus palabras con una sonora risotada.
Y esa es la historia, porque podéis imaginaros el mote que le pusieron en el pueblo: el “poca leche”.
Y con ese apodo se quedó para siempre, tanto él, como sus hijos y sus nietos. A día de hoy solo los más mayores del pueblo recuerdan los motes y suelen dirigirse a lugareños y visitantes usándolos, por ejemplo hablando del nieto del «poca leche» y cosas así.
La pena es que este uso se ha ido perdiendo, pero siempre me ha parecido realmente divertido y eso que os puedo asegurar que había motes verdaderamente crueles, aunque en esa época, generalmente la gente se lo tomaba con humor… y con resignación.
imagen: Abaurrea (Navarra)
Él mismo se puso el apodo… ¡Muy bueno!
Un abrazo, Carlos!
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Imagino que los del pueblo estarían pendientes a la mínima oportunidad y Mario se lo puso fácil, aunque sin darse cuenta. Un abrazo Claudia.
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Me alegro que en el pueblo de mi abuela aún se conozcan por los apodos. A veces la gente de allí sabe los apodos pero no el nombre real 😂😂
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Hola Anne, eso suele pasar mucho, con tanto mote se olvida el nombre real. Es una tradición que siempre me ha parecido muy curiosa aunque ya se vaya perdiendo.
Un abrazo y bienvenida al blog😉
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Sii, es una pena que se pierda. En el pueblo de mi madre, los más mayores aún los emplean.
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Igual que lo que comento en el texto, los mayores son capaces de recitar todos los motes.
Pura sabiduría popular. Un abrazo
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jajaja aquí aplica eso de «en boca cerrada no entran moscas» y el hombre tan seguro de que no había dado pistas para el mote. Que bueno. Un abrazo.
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Igual si dice ese refrán le llaman el «boca cerrada» jajaja, yo creo que era difícil no encontrar un mote adecuado para la ocasión. Un abrazo Miguel.
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A mí también me parecen muy divertidos los apodos. Yo no tengo pueblo, pero me alojé en una residencia de estudiantes en mi época universitaria y allí también se ponía apodo a casi todo el mundo. Un abrazo!!
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A mi del pueblo me quedan los recuerdos y algunos primos lejanos. Siempre hago por ir periódicamente donde están mis raíces. Como soy un caballero no te voy a preguntar si tenías mote en tu etapa universitaria😉
Un abrazo Mayte
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Jajaja… Gracias, Carlos. Es verdad que eres un caballero
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😂😉
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Hoy en día más de uno se ofendería e incluso tomaría cartas en el asunto. Eran otros tiempos los de «poca leche», «pitogoma», «culobomba», «negrillo»…
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Me han contado historias de motes un poco crueles jajaja, pero es cierto que eran otros tiempos. Tienes razón hoy en día a alguno le meterían una querella por llamarle «poca leche» ó «pitogoma» o cualquier otro mote 😜 Besacos Sadire
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Muy bueno. Conozco a alguien apodado «El espartero», ya sabes por aquello de … tienes más ****** que el caballo de Espartero 😀😀
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Que bueno Úrsula, «el espartero» 😉 espero que lo llevara con buen ánimo ¡¡
Un abrazo
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Lo llevaba genial, era alegre y el mejor hombre que he conocido, de gran carácter … era mi propio padre!
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Wow eso si que es una anécdota estupenda. Gracias por compartirla. Un gran abrazote ¡¡¡¡
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¿A que sí?, si es que era un grande sobre el que se podría llenar un libro 😀
Un beso Carlos
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👏👏👏
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💜
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Tú lo has dicho, con resignación, mejor no protestar porque entonces sí que se te queda para siempre. Yo creo que el mote más universal es «el Chino», ¿quién no conoce a alguien a quien le llamen o hayan llamado así?
Un abrazo.
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Exacto Luna, casi mejor resignarse e intentar disfrutar de la situación, si es posible. Conozco a una persona a la que llaman el chino, pero claro es realmente de China jajaja.
Otro abrazo para tí
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Carlos a mi los pueblos me gusta mucho y es una gran pena, que se pierdan. Gracias por compartir. Saludos.
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Hay muchas costumbres que se van perdiendo, por fortuna no los pueblos, los tiempos cambian a mucha velocidad y es una pena que algunas de esas costumbres pronto serán solo un recuerdo.
Un abrazo Junior.
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«Poca leche» ya es bien cruel, al menos para mí que soy Antilla de los pies a la cabeza y con los antillanos ya se sabe, impera siempre la ley del doble fondo.
Es mi segunda visita al blog. Te quedo agradecido por dejarme un buen sabor de boca literario.
Abrazo.
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Si es cierto, parece cruel, pero en aquellos tiempos creo que había más humor que ahora.
Bienvenido al blog. Un abrazo.
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nada, el mismo se lo puso. Muy bueno amigo. Un abrazo
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Creo que en todo lo que decimos siempre habrá una posibilidad de encontrar un mote.
Un abrazo
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No te creas, Carlos: siguen utilizándose los motes, aunque ahora son más «políticamente correctos». Tu historia me recuerda a una familia que conocí de pequeña. Se apellidaba Hoyodôcu. No sé de dónde procede este apellido, pero en gallego (el idioma de mi tierra querida) suena igual que «ollo do cu» lo que viene a ser, básicamente, «ojo del culo». Puedes imaginar cual era el apodo…
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Caramba que historia más buena, porque con semejante parecido en pronunciación, el apodo estaba casi asegurado aunque imagino que no les haría mucha gracia. Mi abuela los empleaba siempre, que si el hijo del molinero, que si el nieto del poca leche…. Me encanta ese ámbito rural tan especial para los que ya no estamos allí desde un par de generaciones, aunque aprovechemos como es mi caso, cualquier excusa para regresar por unos días. Un abrazo.
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En Chile somos muy dados a usar motes. Los pueblos pequeñitos y rurales siguen existiendo, por lo tanto los apodos siguen vigentes. También en las ciudades grandes en donde se han radicado los habitantes provenientes de esos pequeños villorrios y que conservan la costumbre de sus ancestros.
¡Me gustó mucho el relato y el tema, Carlos!
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Me alegra que te haya gustado. Aquí se va perdiendo pero aún aguanta la tradición en los mayores. Recuerdo que mi abuela conocía a medio pueblo por los motes 😉
Un abrazo Sara.
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Jjajaja Más vale tomarse siempre estas cosas con humor: si te enfadas estás dando otro motivo para que se rían de ti.
Abrazos, Carlos
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Exacto, eso mismo pienso yo. el sentido del humor ayuda mucho, de lo contrario podrían ser especialmente crueles. Un abrazo Xibeliuss
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Era la regla general en todos los pueblos, yo que tengo ya unos cuantos años, lo viví muy de cerca, pero es que donde vivo ahora, que es en un pueblo cerca de Burgos, entre la gente de siempre siguen existiendo esos motes, ahora son los descendientes, claro…
Sí recuerdo mucho que en mi pueblo, de la cuenca minera del norte de Palencia, a muchos de los que llegaban de otros lados se les conocía por el nombre del pueblo originario: Quirós, Casomera, Aller (casi todos eran asturianos) de tal manera que yo pensaba que era su apellido y con el tiempo me enteré que eran motes.
Abrazos.
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Así es Estrella, los motes o apodos a veces eran fruto de frases, chascarrillos o defectos, pero también por las profesiones y por las procedencias de esos forasteros. No deja de ser un método de integración, un tanto peculiar eso sí. Un abrazo y feliz domingo.
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El tema de los motes es muy curioso. En los pueblos es muy habitual, en algunos casos ni se conoce el nombre real y preguntas y no saben darte razón.
Un abrazo.
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Lógico solo se les conoce por el mote. Aunque se esté perdiendo esta tradición, me consta que aún se usa en muchos lugares y pueblos perdidos. Un abrazo.
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