La maqueta del barco

 

«Ya voy….» gritó para sí mismo, pero cuando llegó dificultosamente al teléfono, la llamada ya se había cortado. Era tan extraño que recibiera llamadas, que miró con ilusión el número por si era su hijo. Pero no fue así. Era un número largo, seguramente publicidad. 

Con desilusión volvió despacito a su cuarto a seguir trabajando sobre la maqueta de un barco que comenzó hace años. Era para su nieto Andresito de trece años. Bueno no… de trece no, ya debía tener por lo menos dieciocho. Hacía cinco años que no le veía.

Suspiró profundamente. A su edad ya ni siquiera le salían las lágrimas.

foto: https://pixabay.com/es/

 

Autor: Montalleri

Ahorremos explicaciones, nunca emociones

36 opiniones en “La maqueta del barco”

  1. Cuatro pinceladas maestras y cada uno de nosotros, los lectores, vemos ya el cuadro completo. Cada uno lo completaremos con detalles diferentes, pero tú ya has cumplido: has puesto los mimbres para llevarnos hacia adelante. Gracias.
    Un abrazo, Carlos

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    1. Muchas gracias Xibeliuss. Me gusta mucho como lo has definido, como si fueran pinceladas para un cuadro que cada lector terminará con sus propias vivencias. Porque en esencia ese es el objetivo. Gracias a ti por tus visitas. Un abrazo.

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    1. Es una pena pero este texto siendo ficticio en cuanto al contenido, es totalmente cierto y real, en cuanto al desarrollo de la historia. Que frase más emotiva has escrito, es cierto que los padres/madres lo damos todo. Siempre ha sido así y siempre será. Un abrazo Carlos.

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    1. Ciertamente triste. No todo es color rosa y menos para la gente mayor a menudo olvidada por aquellos por quiénes más han luchado. Es como una injusticia vital que sin embargo podría superarse simplemente con dosis de cariño y respeto. Un abrazo Mayte.

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    1. Vamos Lidia arriba ese ánimo … yo me imagino al abuelito trabajando con sus dedos superando la artrosis solo por el barco de su nieto. Al menos mantiene esa ilusión que es triste a la vez. Parece una contradicción pero yo creo que no lo es. Un abrazo.

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  2. Imagino su mimo al ir montando el barco, sus manos temblorosas y su impaciencia cuando no acierta a encajar alguna pieza… pero no abandona, es el nexo que le une a los suyos y aún mantiene la esperanza de que un día suene el timbre y pueda darles todos esos abrazos que ha estado guardando durante años.
    Carlos, un relato triste, tierno también, descorazonador, ¿Qué será de nosotros cuando pasemos de padres a viejos?
    Un abrazo

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    1. Estrella, míralo de manera positiva, ese abuelo tiene la ilusión de hacer un barco para un nieto que es cierto que tal vez no lo vea, pero es esa ilusión la que le da fuerzas para seguir. Hay bastantes comentarios en los que me habláis de pena y ciertamente es una historia algo triste pero también es un punto para reflexionar sobre nuestros mayores y el trato que les dispensamos. Y se entremezclan pena e ilusión. Un abrazo.

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    1. Gracias María del Mar, y también transmite (o eso creo) la ilusión de ese abuelillo, todo depende de como se entiendan estas pinceladas como alguien comentó ayer. Y ternura, mucha ternura. Un abrazo a tu alma.

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    1. Quizás esa esperanza es la que en el fondo le está sosteniendo frente a su soledad. Y esa insistencia en terminar el barco es como su combustible vital para superar los desencantos. Gracias por comentar. Un abrazo.

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    1. Gracias Javier, hermosas palabras que te agradezco. También vosotros dibujáis con vuestras apreciaciones, algunas tristes, otras ilusionantes. La vida en definitiva. Incluso cuando se está tan solo como el abuelo del relato. Un abrazo amigo.

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    1. Exacto, el ancla de su existencia. Me gusta. Creo que debemos cuidar más y mejor a esos mayores que tanto dieron por nosotros. Y no olvidarlos nunca, porque una visita o una sencilla llamada son su combustible para el día a día. Gracias Sara y un abrazo.

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