El armario donde acababa de encerrar a su muñeca tenía un doble fondo hacía una realidad que no podía reconocer plenamente.
Días anodinos frente a noches que daban luz a su vida, y que le permitían sentir unas emociones tan confusas como necesarias.
Manuel de día y Manuela de noche.
Y esas emociones siempre terminaban encerradas en el doble fondo de su armario, en el que su ropa de mujer quedaba perfectamente doblada.
Es muy duro el no poder ser uno mismo. Para cambiar esto, se necesita mucho valor… Un abrazo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Cierto Anita, ahora es difícil y eso que la sociedad ha avanzado mucho, pero imagino que hace años sería algo impensable poder mostrar esa dualidad de emociones. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me ha venido a la cabeza al leerlo esa canción de Tam Tam Go, Manuel Raquel. Y digo yo ¿qué más da Manuel o Manuela? Si todos somos iguales.
Me ha gustado mucho, un abrazo!
Me gustaLe gusta a 4 personas
Sí, yo también he pensado en esa canción, que me encantaba en su época…
Me gustaLe gusta a 2 personas
Maru, esa canción es fantástica, ahora mismo la estoy escuchando, hacia tiempo que no lo hacía. Siendo el tema del post muy recurrente, sigue estando de actualidad y hemos de intentar ponernos en el lugar de estas personas que sufren ante una dicotomía tan compleja. Un abrazote
Me gustaLe gusta a 4 personas
Triste realidad la de las personas que por alguna razón no pueden mostrarse como realmente son! Bonito micro, Carlos! Una abraçada!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Lidia, solo cabe el apoyo ante esa realidad que tal vez no sea triste como tal, sino más bien muy dolorosa. Imaginar a Manuel doblando su otra ropa es una muestra de ese dolor oculto. Una abracada.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tienes razón, quizás no sea triste, pero sí muy injusta…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me ha encantado la entrada Carlos. La prudencia aconseja mantener ciertas caractéristicas propias ocultas, sucede con la orientación sexual y es muy triste que cada cual no siempre pueda hacer pública su opción. O su enfermedad por HIV. O la enfermedad mental que le aqueja. Incluso la pobreza es motivo de vergüenza. Los prejucios pueden ser motivo de risa para algunos, pero también pueden hacer un daño terrible. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por tus palabras Carlos. Vivimos rodeados de prejuicios en muchos aspectos, tal vez uno de los más llamativos sea el derivado de la orientación sexual que pese al avance de la sociedad, sigue aún pesando mucho en la opinión. Como apuntas los hay diferentes pero todos con el mismo denominador común: la discriminación. No olvidemos lo que dijo Einstein, o al menos la frase se le atribuye a él: «cuesta más desintegrar un prejuicio, que un átomo». Qué gran verdad. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es duro llevar una doble vida. Y los prejuicios no se han perdido, ni mucho menos, en estos momentos está pasando con la condición sexual como con la violencia de género, que entre los más jovenes existe mucha xenofobia.
Triste destino el tener que guardar cada mañana la ropa deseada en el fondo del armario, por no tener el valor de salir de él. Aunque entiendo el miedo…
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Los avances son moderados, probablemente antes era peor. Pero ahora aparecen nuevas actitudes xenófobas y de género que sorprendentemente están calando, gracias a la falta de principios éticos e incluso culturales. Aunque el texto se centra en la condición sexual, tal vez recuerdes mi post “la copita de anís” sobre la violencia de género. Gracias por tu comentario Estrella y un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
No leí ese post, lo buscaré. También tengo yo una historia publicada en un post, algún día la repescaré, porque es de hace bastante tiempo… pero las cosas no cambian.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
«La copita de anís» está en septiembre 2016
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me ha gustado Carlos. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra José Carlos. Un abrazo y buena semana
Me gustaMe gusta