La última batalla

gladius

Craso Aulo apenas quiso enfrentarse a los traidores al Imperator. Años de lucha y sufrimientos por Roma no merecían este final, pero siempre era así, las traiciones eran la moneda de pago de la época. Y las traiciones solían provenir de los más cercanos, de aquellos con los que había compartido la sangre propia y ajena.

Cuando su compañero el tribuno Marcio Ares entró en su habitáculo, mantuvieron la mirada con firmeza. En los ojos de Marcio había desafío pero también dolor por ser el responsable de la muerte de su compañero. En los ojos de Craso había serenidad pero no sorpresa. Entraron los legionarios y desenvainaron sus gladius. “Atrás” gritó con firmeza Marcio, “debo ser yo quién termine esta labor”.  “Salid fuera” ordenó. Los legionarios obedecieron.

Craso tiro su daga y su espada al suelo, se levantó y llenó dos copas de delicioso vino de Mesopotamia. “Antes de terminar, brindemos por la que fue nuestra amistad”, exclamó Craso.

Marcio precavido pues conocía la fuerza indómita de su rival, dio una patada a las armas alejándolas de Craso. Y aceptó la copa.  Craso la levantó diciendo “Brindo por aquellos tiempos en los que unidos llegamos a luchar contra el ejército parto, tiempos en los que llegaste a ser mi hermano”. “Sea así” añadió Marcio. Y bebieron de un trago el vino aromático.

Acto seguido, Craso se puso ante él mirándole a los ojos y pensando en que pronto llegaría al Hades donde le esperaban sus seres queridos. Entonces Marcio hizo un gesto envolvente y le degolló de manera rápida y certera. En su mente un cúmulo de sentimientos y recuerdos. Es la guerra, es la vida, es la muerte.

Apenas unos minutos después, Marcio comenzó a sentir fortísimos dolores en el estómago y a escupir sangre, fruto del veneno que Craso había depositado en su copa de vino en una maniobra, que le hizo ganar su última batalla después de muerto.

Autor: Montalleri

Ahorremos explicaciones, nunca emociones

25 opiniones en “La última batalla”

  1. El Imperio romano se hizo a sangre y fuego, y precisó o generó este tipo de hombres de armas: duros, fríos, implacables…
    Todo dirigido a expandir el Imperio, acaparar las riquezas de las nuevas tierras y el poder correspondiente; desde las obras de ingenieria al derecho romano, la imposición del latín o la proliferación de bustos y monolitos…
    Si me preguntan… si que destacaría algo… el alcantarillado…

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    1. Hola Ecléctica, la lista de cosas que les debemos a los romanos es inmensa, además del alcantarillado, la ingeniería, o el derecho romano que tu mencionas. En cuanto a si tienes algo de romana en tu espíritu, solo puedo recomendarte que leas a Santiago Posteguillo y luego lo vuelvas a reflexionar. Yo ya me siento un poco Carolus. Y ya si te puedes ir a Roma con tiempo y calma, sería la caña. A magnus amplectaris.

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  2. Iba a decir que dos bichos menos, pero como surgirían cientos dispuestos a ocupar su lugar, mejor digo que me ha gustado esa historia y que me perdonen los bichos por citarlos en éste caso. Un abrazo.

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    1. Carlos, en el fondo esos bichos no son tan diferentes de otros bichos más actuales (permíteme que no ponga ejemplos). Roma y la palabra traición han ido íntimamente ligadas a lo largo de la historia del imperio. Y a menudo se ganaban extrañas batallas que estaban previamente perdidas. Ahora diríamos eso de que «ríe mejor quién ríe último» y si fuera en latín, sería formidable. Un abrazo amigo, encantado de verte una vez más.

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      1. Pues de guerras y bichos ando temeroso estos días cuando miro hacia un lado y veo a rasPutin y contemplo al otro un Trumposo de cuidado. Y nosotros anclados en medio de los dos bandos que sí son amigos nos harán el tornillo y si enemigos para uno seremos escudo y para otros cachiporra, de todas todas que ya sé quién se va a llevar los mamporros. Un abrazo.

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  3. Un relato que encaja muy bien en la ciudad de la que vengo, suerte la mía haber podido contemplar de cerca la cuna de aquellas historias.
    En nombre del poder y la codicia se han cometido verdaderas barbaries, excusado todo en esa frase: Es la guerra, es la vida, es la muerte…
    ¡que detalle la copa de vino!

    Un abrazo.

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    1. Hola Mukali, en efecto tantas barbaridades en nombre del poder militar o religioso, que la historia está llena de ellas, en todas las épocas. Vida y muerte son las dos caras de la moneda, la guerra es la que decide de que lado caerá la moneda al lanzarla. Aunque pueda suceder que dicha moneda aparezca en forma de copa de vino…
      Excelente tu entrada sobre Roma en tu blog, viene como anillo al dedo a este texto.
      Un abrazo

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  4. Si es que los romanos eran…
    Más valdría que dejáramos de idolatrar el pasado imperial romano y nos fijáramos en las barbaridades que hicieron. No niego el influjo en nuestra civilización (los procesos históricos continúan en el tiempo después de terminados), pero de ahí a pensar que es una civilización modélica, media un abismo. Y en este breve texto reflejas una de sus características: la traición, las luchas de poder.
    ¡Un saludo!

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    1. Hola Lord Alce un placer recibirte, como digo en mi anterior comentario «tantas barbaridades cometidas en nombre del poder militar o religioso…» Lo influyente es todo, lo bueno que resaltamos y aquello oscuro que también hay que resaltar. En todas las épocas del vasto imperio romano, las luchas de poder fueron intensas, Fíjate si llegaban al límite que por ejemplo dicen los tratados que la muerte de Trajano le sobrevino por un ictus, pero hay algunos historiadores que comentan que también le envenenaron a pesar de que sabían que iba a morir en breve. Vamos que le envenenaron «porsiaca» como dicen los chavales. Aunque al parecer, no está probado. Un abrazo

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